Mel

Melanie está obsesionada con Melinda. Es hermosa, tan hermosa como nadie, y quiere ser como ella. Se sabe todas sus canciones, tiene todos sus pósters, y, en cualquier momento irá a un concierto suyo. Sí, Melanie está segura de que va a ir. Estuvo ahorrando, y, aunque no le alcanza ni para un caramelo, algún día tendrá lo suficiente para ir a verla, aunque se perdiera el que iba a dar el mes siguiente.

El día de su cumpleaños estaba ansiosa por recibir todos los regalos que le traerían sus familiares y amigos. Un peluche como los que le gustaban, un perfume "de nena grande", un cuaderno para empezar la secundaria, una remera con un arcoiris, otro póster de Melinda… Ya casi se sentía realizada porque tenía cosas lindas. Todas cosas hermosas. Lo que no lo era, lo descartaba o lo regalaba. Pero lo único lindo que le faltaba era conocer a Melinda, la más hermosa. Melanie quería ser como ella.

A la noche, sin embargo, mamá y papá la llamaron para hablar de algo importante. Eso no solía ser bueno, la incomodaba, pero no podía ignorarlos. Así, bajó las escaleras y se sentó a la mesa con ellos. Prepararon otro regalo para ella, uno especial, el más especial. Ellos habían ahorrado para llevarla al concierto de Melinda; bueno, para que mamá la pudiera llevar. Ahora estaba un paso más cerca de sentirse realizada.

Por supuesto, fueron días pesados, y se hacían cada vez más largos, por la ansiedad que le daba el pensar en ver a Melinda. Era hermosa, y sus canciones la habían hecho sentir mejor cuando Dana, su mejor amiga, la traicionó y se fue con las otras chicas. Melinda estuvo ahí, y Melanie quería ser como ella.

Ese sábado se subió al auto a penas mamá gritó "¡nos vamos!", y sin mencionar todo lo que habló durante la mañana. Hoy iba a ser el día más feliz de su vida. Apuraba desde el auto a mamá, quien, por supuesto, estaba preparando el bolso con todo lo necesario para salir a cualquier lugar. Después de unos minutos ya estaban ambas arriba del coche, saliendo. 

A mamá no le gustaba mucho hablar en el camino porque estaba concentrada manejando, así que Melanie pudo cantar todo el álbum de Melinda. Cuando tomó aire y dejó espacio para el instrumental que sonaba en su cabeza, mamá aprovechó para preguntar:

¿Por qué te gusta Melinda?

Ella no lo dudó y contestó:

Porque es hermosa. Estaba ahí cuando Dana me dejó. Quiero ser como ella. 

Mamá calló por unos minutos, y una vez que subieron a la autopista, agregó:


Pero ella no estaba ahí; vos pusiste las canciones. No la conocés a Melinda, y ella no te conoce a vos.


Pará, ¿cómo se atrevía a decir eso? Las canciones de Melinda la consolaron y la animaron a salir adelante. Bueno, quizá ella no la abrazó cada vez que lloraba, como lo hizo mamá. Bueno, quizá ella no la ayudó a buscar nuevas amigas, como hizo mamá. Bueno, quizá tampoco le enseñó a no odiar a Dana, como hizo mamá. Bueno, quizá mamá tenía razón.

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